miércoles. 24.04.2024

Lo tenía, a priori, todo a su favor. Incluso la intensa promoción -y a veces tensa, pues desembocó en alguna que otra polémica de segundo plano- apostó a caballo ganador. ‘Patria’ se esperaba con denuedo. Con una abierta expectación que incluso algunos silencian. La serie trataría frontalmente el conflicto del País Vasco. Léase: la banda terrorista ETA. Escribir estas tres letras ya pone los vellos de punta. Porque nos retrotrae a un tiempo oscuro donde el miedo imperaba por doquier.

Era la España en la que las pistolas en la nuca imponían su ley. Jamás nadie hubiese creído que el fuego se iba a detener definitivamente para los restos. Porque durante más de cincuenta años los atentados se sucedieron. A veces con un elevado número de personas muertas. El sufrimiento ha sido creciente. Canallesco. Desolador. Parecía que el diálogo era la fórmula que desbloquearía la situación. ¿Lo era en realidad?

De ahí que la primera escena de ‘Patria’ dejara conmovidos a los espectadores. El asesinato. Txato caído en el suelo, bocabajo, cubierto por una fuerte lluvia gris que pintaba de muerte y pesadumbre el cielo de Euskadi. El cielo y, sobre todo, la tierra. Las detonaciones que despiertan de la siesta a Bittori tienen significado propio. Es el sonido de la nuca hecha trizas. Es el sonido de la amenaza consumada. Es el sonido de la vida consumida.

Sentencia y ejecución. Tiro certero. En el centro de la diana de la sangre derramada. Hora fatal Hora nona. Ha llegado la última de una existencia. Faltaban apenas unos minutos para las cuatro de la tarde. Txato se dirigía a su trabajo en una empresa de transporte. Como cada día. Pero ya con el miedo en el cuerpo. Desde que recibiera el aviso antes. Un tiempo antes.

Estreno de 'Patria' en Telecinco

El comienzo de la serie ‘Patria’ -ya saben: HBO- que en la noche de este pasado martes 29 convocaba a los españoles ante la pequeña pantalla (Telecinco), anunciaba un éxito a bombo platillo. No era para menos. El tema así lo requería. Consuelo Ordoñez, hermana del concejal del PP en San Sebastián que fue asesinado por ETA en 1995, comenta que “es impresionante y un regalazo que nos han hecho a las victimas”.

Y se reafirma en que: “Está muy bien hecha y contextualizada, he vivido todo eso, esa atmósfera: es ficción, pero todos los hechos y personajes reflejan a la perfección lo ocurrido”. Una aportación esencial de la serie es la recreación fidedigna del ambiente “contra la víctima”. ¿Ambiente de presión, de opresión, de distorsión?

“La mayoría de las víctimas han estado negando ser víctimas, no quieren que se les relacione: en la serie, hasta Nerea (la hija del Txato) no acude al funeral”, indica Consuelo. Pero ‘Patria’ ofrece más: indaga más allá: ausculta la otra parte, a secas. Es decir: también describe la soledad -¿la impotencia, la calamidad?- de las familias que han tenido en su seno interno un miembro de ETA.

Una serie para remover conciencias 

‘Patria’ remueve conciencias. Las víctimas han tardado muchísimo en estar en un relato televisivo. La memoria puede ser conflictiva pero en cualquier caso debe propiciar la escucha. El diálogo. La superación. ‘Patria’ ha gustado, ha calado. Al menos a quienes la han visto, que no ha sido ni de lejos el número esperado. Contaba con todos los ingredientes para arrasar en su pistoletazo de salida. Pero no fue así. Lástima.

Esta adaptación de la novela de Fernando Aramburu quedó relegada a un tercer puesto con apenas un 10,8% de share y algo menos del millón y medio de espectadores, en concreto 1.462.000.

Cabe constatar que, por delante, y en el horario competitivo de 23.02 a 00.13, la ficción revelación de Antena 3, Mujer, con notable diferencia, un 15% y MasterChef Celebrity que llegó a obtener un 18% y reunir a 2.444.000 de personas frente a la pantalla.

'Patria': Tiros en la nuca, lluvias grises y víctimas que callan