jueves. 18.04.2024

La sociedad lo tiene claro. Todos los indicios apuntan a la evidencia. España está inmersa en ese halo de incertidumbres sanitarias que se acuna entre la denominada nueva normalidad y la segunda ola de una pandemia que está haciendo estragos a propios y extraños, sin excepción de ninguna clase. Incluso para todos los que en estas fechas deben montar su Belén adaptándose a las circunstancias.

Las restricciones llaman a la puerta de los ciudadanos para su obligado cumplimiento. No hay escapatoria ni debe haberla. Porque responsabilidad personal aquí y ahora se denomina corresponsabilidad colectiva. Saltarse a la torera lo dictado por las autoridades políticas y sanitarias es crear un efecto dominó de contagios en contra nuestra y en contra del conjunto del pueblo español: lo que equivale a decir: en contra de todo un país.

Parecía, inicialmente, que el verano, las altas temperaturas de la calenda, mataría al bichito pero no es así ni de lejos. No ha sido así ni en el más dulce ensueño colectivo. Los nuevos brotes son anuncio que adelantan las voces expertas. Nadie puede llamarse a engaño. Y, tras el verano, las miras del vencimiento al virus estaban ya depositadas en la Navidad…

Nadie, en marzo, cuando el coronavirus se hizo intruso internacional, llegó a imaginar que la cosa perduraría hasta bien avanzado diciembre. Y mucho menos que sería compañero de fechas en la celebración de las Pascuas. Pero ciertamente es así. El virus aún estará presente cuando los polvorones habiten la mesa diaria de los domicilios de todos los ciudadanos.

Unas Navidades diferentes

Serán, por ende, unas Navidades diferentes, inéditas, únicas en su singularidad. Unas Navidades despobladas de reuniones familiares, de cenas de empresas, de multitudinarias zambombas, de aglomeraciones en centros comerciales, de cotillones de fin de año, de multitudes en las compras de los últimos días, de domicilios particulares poblados hasta la bandera por todas las generaciones de una misma parentela.

Unas Navidades incluso desprovistas de Cabalgata de Reyes, porque sus Majestades de Oriente, tan respetuosos con todas las causas, han decidido no forzar el salto en masa de las gentes a las calles en la tarde noche del 5 de enero. Y por esta razón sí visitarán las casas de los niños durante la madrugada del 6 de enero. Porque cumplir con su trabajo sí lo harán, respetando a rajatabla el sentido de la noche de la ilusión y de la amanecida de una Epifanía tan cargada siempre de juguetes.

No faltará la tradición del Nacimiento

Eso sí: la tradición de poner el Nacimiento no faltará. Esta costumbre no hay pandemia que la pare. No hay por qué.  No hay motivo para ello. Eso sí: ya hay quien se ha adelantado a poner el Belén al clásico modo, como es también creciente usanza entre los más jóvenes. Pero con una singularidad, con una gran y eficiente singularidad…

https://www.youtube.com/watch?v=sg_m-XPFNvQ&ab_channel=poetadehierro

Una singularidad que dota al Nacimiento de una gran originalidad sino sobre todo de una crujiente actualidad. Y es que se denomina el nacimiento de la nueva normalidad. Y así es en efecto. Porque todas las figuras tienen mascarilla puesta -todas excepto una que también representa al clásico que suele llevarla por debajo de la nariz-.

Porque en el mismo portalito de Belén, apenas varios pasos antes de llegar al Niño Jesús, hay un pequeño soporte con un par de botecitos a escala de gel hidroalcohólico para que los pastores que se acercan a adorar al “recién nacido” puedan lavarse las manos como así mandan las normas sanitarias.

La panadera, a la que hay que visitar con cita previa y así consta en un cartel de la propia panadería. Cerca del portal hay un centro sanitario con todas las correspondientes indicaciones. Entre pastores y Reyes y demás personajes se guardan las distancias físicas pertinentes.

Los Reyes Magos, sí, pues en efecto ya han hecho la cuarentena. E incluso en un pequeño rincón del Belén tienen que intervenir los antidisturbios que en esta ocasión, como no podía ser de otro modo, son representados por soldados romanos (están rodeando a un negacionista que quiere hacer un cóctel Molotov). Una idea simpática que ya comienza a hacerse viral. 

Un Belén de la nueva normalidad con todas las medidas preventivas