martes. 23.04.2024

“Sol radiante y ánimo nublado”

“Lo que rodea al virus y a su puñetera madre lleva ya demasiado tiempo ocupando el pódium de la mala uva ciudadana”

“Sol radiante y ánimo nublado”

“Lo que rodea al virus y a su puñetera madre lleva ya demasiado tiempo ocupando el pódium de la mala uva ciudadana”

Me dice por teléfono un conocido mío que hay días en que  por muy equilibrado que pretendas estar, aun con la inyección de algún medicamento de vino tinto por medio, se te va el ánimo a los suelos… ¿Qué digo a los suelos? A los mismísimos sótanos de la moral, porque, a ver: sumado al largo confinamiento que llevamos entre pecho y espalda, cuando entre comidas ya has acabado con los frutos secos y otras menudencias y se te ocurre poner un rato la tele, ¡puag! Si escuchas la radio, peor; si hojeas el periódico, para qué decirte. ¡Vamos! que algunos estamos tan empachados de malas noticias que no somos capaces de aliviarnos las molestias gástricas-intestinales ni con doble dosis de bicarbonato y tres pastillas de Alka-Seltzer sin acordarte de todos los padres y las madres de un “bicho” que, pese a ser invisible, a ojos de buen cubero tiene bastante más hiel que miel.

Y es que el virus, lo que rodea al virus y a su puñetera madre lleva ya demasiado tiempo ocupando el pódium de la mala uva ciudadana, al haberse convertido de la noche a la mañana en el eje de nuestra existencia. Tal es así, continúa mi conocido, que si no estás doctorado en Coronavirus, más vale que ni abras la boca entre tus amigos o conocidos. Hasta mi vecino del quinto, que no ha trabajado en su puñetera vida, y sólo sabe poner el cazo de su pensión vitalicia todos los meses, se ha hecho un Séneca en esto de la pandemia.

Pero claro, a la vista de lo que abunda en estos mundos del Señor, no me extraña su licenciatura en conocimiento y crítica. Se han hecho tantas cosas mal, hay tanto que criticar, que no hay ni una sola conversación, aunque sea con una tía lejana tuya, por teléfono, claro está, que dure tres minutos y no salga a relucir el jodido virus. “Que si la manifestación del 8-M de marras, que si los idas y venidas de unos test comprados en el “Todo a Cien” de China, y que al parecer solo valían para comprobar que la cabra no estaba preñada”, “que si las mascarillas de la vergüenza…”que si los “yayos tienen derecho o no a las UCI ya que es material amortizado”.

En fin, me seguía comentado mi amigo, por muy flemático/a que se uno/a sea, si a las dos horas primeras horas del día todavía no se te ha hecho un nudo, tal que aquí, donde su mezcolanza de canguelo y cabreo no te haga subirte por las paredes, es que tiene una buena carga viral en el cuerpo, si no del Covid-19, sí de impotencia.  No es para menos, en base a las informaciones que se va dejando deslizar, (como la lluvia fina que cala poco a poco) bien por las autoridades sanitarias o bien otros personajes de más titulitis que eficacia, sólo tenemos por delante el caos. Eso sí, lo dicen sonriendo, que siempre es un alivio.

Por si le faltase algo a las sombrías consecuencias sanitarias, últimamente se ha abierto un nuevo dilema; si para un futuro no muy lejano, en tanto llega el antídoto del Covid-19, es mejor contaminarte, y como consecuencia inmunizarse para que el mundo no se detenga, o tener siempre encima de nuestras cabezas la espada de Damocles del confinamiento cuasi eterno.

Lo cierto es que sumado a este atentado contra la salud, el virus, sociológicamente está consiguiendo otros devastadores efectos. En demasiadas persona ha comenzado a brotar una radicalidad social aborrecible, hasta el punto que algunos sujetos parece importarle más que las victimas tengan esta o aquella etiqueta política que la misma desgracia de la muerte. La otra tragedia que asusta es la económica, que también, y para no variar los matices, se prevé devastadora.

Partiendo de la base de que en la crisis económica del 2008, y de la que según apunta el Instituto Nacional de Estadística (INE) se cerró el año 2014, la sociedad media española perdió en el trace  más de un 15% de su poder adquisitivo, ahora, todavía con las heridas de aquella batalla sin cicatrizar, los gurús de la economía pronostican que la crisis que está a la puerta de casa será mucho peor. ¡Toma alegría!

Pues con este panorama por medio, que da miedo hasta describirlo, no crean ustedes que algunos de nuestros políticos lo tienen en su agenda como objetivo prioritario a solucionar. Ni mucho menos, según se desprende de sus acciones en día a día, estos personajillos, a los que la historia tendrá “muy” en cuenta, lo único que parece interesarles es salvar su propio cortijo, intenta sacar tajada en el lodazar de las desgracias.

Pero amigos y amigas, hoy el mundo tiene las paredes de cristal, se ve todo, o casi todo, y no hay que ser un lumbreras para darse cuenta si en otras latitudes afectadas por parecidos problemas, los políticos piensan en sus naciones y sus ciudadanos, y sin trampas ni cartón por medio se unen para tirar del carro conjuntamente; mientras que en la España actual, los sectarismo, la demagogia barata y el ponerse de canto a la hora de las responsabilidades, si hoy dan los números, al final no saldrán las cuentas.

“Sol radiante y ánimo nublado”