martes. 23.04.2024

Del pasado se aprende, no se destruye

Las manifestaciones contra el racismo en Estados Unidos han tomado como objetivo las estatuas dirigidas a la figura de Cristóbal Colón

Del pasado se aprende, no se destruye

Las manifestaciones contra el racismo en Estados Unidos han tomado como objetivo las estatuas dirigidas a la figura de Cristóbal Colón

El asesinato del afroamericano George Floyd el pasado 25 de mayo a manos de la policía ha desatado en Estados Unidos una oleada de manifestaciones contra el racismo, que se han ido desarrollando durante estas tres semanas por todo el país americano.

Las manifestaciones tomaron un carácter violento, que con el transcurso de las semanas, se ha ido disipando, donde Estados Unidos debatía sobre el racismo, el tema fundamental de la historia de este país.

Una de las figuras que ha salido a relucir ha sido Cristóbal Colón, cuyas expediciones a las Américas hace más de cinco siglos llevaron a la colonización y matanza de poblaciones indígenas, convirtiéndose las estatuas del conquistador en uno de los objetivos clave en estas manifestaciones como respuesta al patrimonio simbólico del país.

El pasado 9 de junio, los manifestantes de Richmond en Virginia (Estados Unidos) tomaron la estatua de Colón, le colgaron un letrero en el que ponía: “Colón representa el genocidio”. Posteriormente, le prendieron fuego a la estatua y la tiraron a un lago.

No ha sido el único acto vandálico que han sufrido las estatuas de Cristóbal Colón. En el Capitolio de Minesota, activistas liderados por miembros del Movimiento Indígena Americano ataron y derribaron una estatua de Colón, antes de cantar y bailar a su alrededor para celebrar la caída de lo que consideran un símbolo del genocidio indígena y del legado de esclavitud en Estados Unidos.

En Boston, la estatua de Colón fue decapitada, y en Miami, tanto la estatua de Colón como la de Juan Ponce de León aparecieron con pintadas, entre ellas, una con el nombre de George Floyd.

La figura de Cristóbal de Colón siempre ha sido bastante polémica en Estados Unidos, pero las protestas contra éste se han intensificado con las protestas contra el racismo que se han estado produciendo durante estas semanas.

La muerte de George Floyd no sólo ha afectado a Estados Unidos, sino que Europa también se ha sumado a la ola de manifestaciones en contra del racismo, y han sido muchos los que han tomado como símbolos de protesta a personajes y reyes del pasado colonial a modo de reivindicación.

Un adolescente ha puesto en marcha en Internet una campaña para pedir que todos los monumentos dedicados al Rey de Bélgica Leopoldo II sean retirados. La campaña ha tenido bastante apoyo, ya que Leopoldo II fue responsable de innumerables atrocidades contra los africanos de la actual República Democrática del Congo, aunque durante su reinado Bélgica llegó a ser el país más rico y moderno del mundo.

De Edward Colston se conoce que traficó con más de 80.000 personas entre África y América a lo largo de su vida como parte de la Royal African Company, por ello no es de extrañar que su estatua en Bristol fuera derribada y tirada al agua en una de las manifestaciones en memoria de George Floyd.

Otra de las figuras que han sufrido su castigo en estas manifestaciones ha sido Winston Churchill, al que tachaban su nombre en su estatua en la Plaza del Parlamento de Londres, y escribían debajo: “Era un racista”.

Las manifestaciones que se han producido tanto en Estados Unidos, como en Europa, en contra del genocidio han abierto un debate: ¿es necesario atacar el patrimonio histórico para luchar contra el racismo en esta época?

Las estatuas de estas figuras simbolizan la historia, una historia que por mucho que se destruyan es imborrable. La palabra historia es sinónimo de pasado, y como bien sabemos, el pasado es incambiable e inalterable. Por ello, no se debería castigar una historia ya pasada, simplemente se puede tomar como ejemplo para seguir avanzando respecto a la época que estamos viviendo.

No podemos juzgar una historia que ha estado condicionada por unos factores completamente ajenos a los que vivimos actualmente, por lo tanto, no podemos crucificar unos hechos que sucedieron en un contexto completamente distinto del mundo.

Por ello, las reivindicaciones en contra del racismo, deberían ir destinadas al presente, y ser capaces de abandonar, aunque no olvidar, el pasado.

El debate social del racismo, que ha asaltado el mundo entero, también ha afectado a la industria cinematográfica, quienes han decidido retirar algunos filmes como la plataforma HBO con ‘Lo que el viento se llevó’, por desarrollarse en tiempos de la Guerra Civil norteramericana y en una zona donde la esclavitud estaba absolutamente presente.

También han retirado 'Little Britain' de Netflix, BritBox, y del servicio de BBC iPlayer, por usar blackface, es decir, actores blancos disfrazados de negros, a menudo con intención satírica. Y 'Canción del Sur', una película de Disney de 1946, que tiene un contenido abiertamente racista, que lleva sin reeditarse desde los años ochenta, y que por supuesto no está incluida en el catálogo de clásicos de Disney+.

Lo que ocurre con el cine, y con la cultura en general, es que es muy importante tener en cuenta en qué fecha ha sido creada una obra, ya que los factores contextuales van cambiando, y por lo tanto, el mensaje de la obra también será distinto.

Volvemos al dilema de diferenciar entre pasado y presente, y en el tema del cine también podemos diferenciar entre crítica y mofa, ya que puede cambiar una historia por completo.

En conclusión, no podemos seguir aferrados a un pasado que sentimos que no nos pertenece ni nos representa, ya que la época y la sociedad han ido avanzando. La única solución posible es conocer la historia, valorarla e interpretarla, para ser capaces de aprender de los errores cometidos, para ir cambiando el presente, y que el futuro sea completamente diferente.

Del pasado se aprende, no se destruye