viernes. 29.03.2024

Dragó crea un semanario digital tras su despido de 'El Mundo'

‘La Retaguardia’, nombre que recibe este semanaria, pretende “devolver al periodismo lo que el periodismo fue”

Es inasible al desaliento. Nada lo para. Posee un sendero de la mano izquierda que siempre conduce al corazón de la proactividad. Nació para guerrear a golpe de escritura. Maneja el idioma con dominio pulcro. Conoce el elixir de la eterna juventud. Su físico apenas envejece. Es Fernando Sánchez Dragó quien, manu militari, como él mismo se encarga de recalcar, ha sido despedido de ‘El Mundo’.

Un hecho extraño. Inadvertido. Impensable. Sánchez Dragó colaboraba en ‘El Mundo’ desde 1989, año de la fundación de este periódico. Una llamada de un minuto y medio de su director, Francisco Rosell, bastaron para acabar con tantísimos años de relación. El motivo: un ajuste presupuestario de la empresa editora. Han caído también, entre otras, periodistas de la talla de Carmen Rigalt.

Ha sido suspendida la columna de este incombustible escritor y también -decisión que no comprende- suprimido el blog que mantenía en el digital. Cerrojazo a ‘Dragolandia’. Dragó llevaba tras sí a legiones de seguidores. “No llamaros fans, yo tengo fans, yo no quiero tener fans, yo tengo lectores, porque un escritor lo que debe tener es lectores”.

Dragó es, genuinamente, un punto y seguido. Un continuum de creación. De creatividad. De evolución en castellano. Y siempre se reinventa. Siempre se multiplica. Ahora ha decidido, de entrada, negarse a sí mismo y abrir cuenta en twitter. Al final ha sucumbido al invento. Y, después, como guerrero que guerrea, abrir un semanario digital. Ahí es nada…

Un semanario digital que lleva por nombre ‘La Retaguardia’, “periodismo a la vieja usanza”, destaca el escritor, remarcando que lo había "creado de arriba abajo en cinco días y sin un euro" ni patrocinador alguno. Cero subvención. Algunos se preguntarán si este tiempo récord en la creación de este semanario es una exageración de Fernando. Y no es así…

Y no es así porque, desde años ha, Sánchez Dragó ha trabajado diez horas diarias. Festivos inclusive. Es un animal del teclado. Del tecleo. De las letras. Clásicas y posmodernas. Una máquina de hacer libros muy bien escritos. Carne de polémica a quien colgaron el sambenito de provocador, sin serlo. No hay quien lo calle. La mordaza le huye.

“Quizá ‘La Retaguardia’ sea sólo una mascletá que tras hacer un poco de ruido se quede en nada. O quizá, en días tan locos como los que corren, nos viralicen ‒no todos los virus van a ser malignos‒ y podamos dar un empujón, por mínimo que sea, a la inaplazable tarea de devolver al periodismo lo que el periodismo fue: un oficio de honor, de libertad, de independencia, de ingenio (no exento, cuando la ocasión lo requiera, de mal genio) y de insobornable búsqueda de la verdad”, indica en el texto que sirve como inauguración del semanario, en el que también colaboran de forma altruista Javier Redondo y Clara Boluda.

“Hace muy pocos días fui expulsado del diario ‘El Mundo’, manu militari, por así decir, tras varias décadas de colaboración en él. Adujeron motivos presupuestarios. Veraces o no que fuesen ‒evito la tentación de caer en la conspiranoia‒, lo cierto es que me quedé sin hueco en la prensa escrita”.

“Convencido, como lo estoy, de que es en la retaguardia donde se ganan las guerras, empuño ya mi incruento fusil de francotirador (o de Lobo Feroz, señor Rosell) y me agazapo en ella. Mi madre me decía que siempre estaba yo corriendo delante del toro de la vida. 'Como tu padre', añadía. Razón llevaba. Eso es, ni más ni menos, mamá (y papá), lo que hoy como ayer estoy haciendo”, concluye el texto, que lleva por título 'Razón de ser'.

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