martes. 16.04.2024

Con septiembre comienza todo

Las editoriales "todos los años sufren presiones de comunidades autónomas para incluir contenidos regionales en los libros educativos"

Con septiembre comienza todo

Las editoriales "todos los años sufren presiones de comunidades autónomas para incluir contenidos regionales en los libros educativos"

Septiembre por antonomasia siempre ha sido un mes de transición, donde todo parece comenzar de nuevo. Comienzan de nuevo las promesa de todos los años de rebajar la barriga cervecera por estas fechas, las televisiones publicitan sus cambios de programación, las tiendas exponen sus nuevos productos, el horizonte cambia de color, la moquilla comienza a ponerse blanda; llega también la segunda oportunidad para aquellos alumnos/as que el resto del año se estuvieron tocando “eso” y que ahora, en septiembre, quieren sacar adelante lo que no hicieron en todo el año.

Y conste que no me estaba refiriendo ni a la oposición política ni al gobierno en funciones de Pedro Sánchez, pero que por meritos propios también podrían entrar en el mismo saco, ya que suspendieron a primeros verano en la formación de gobierno y en septiembre van por el mismo camino. Pero eso sí, no han dejado de cobrar sus bien reenumerados sueldos ni un solo día.

Al hilo de lo expuesto, ayer mismo, día 11/09/2019, dijo Iñaqui Gabilondo en la cadena SER sobre el fracaso de las negociaciones para formar gobierno: «…lo que la ciudadanía percibe es que los negociadores no hablan de nosotros, hablan de ellos. Es lo que Churchill señalaba como un problema muy serio cuando los políticos no quieren ser útiles sino importantes. Todo esto suena a estafa».  Ni quito ni pongo, pero sigamos reflejando las estampas de Septiembre. Entre las actividades que renacen, también llega el nuevo curso escolar: niños que lloran en su primer día de clase y padres que lloran por llevar sus hijos a clase.

A saber: todavía con el síndrome postvacacional por medio, aquellas familias que tienen hijos en edad escolar, por estos días les cae encima la del pulpo; o sea, un gasto extra de varios cientos de euros que les dejan tiritando las finanzas caseras. Ropa, calzado, transporte, útiles escolares y libros. Dichosos libros, ruina pura. En términos absolutos, en una familia de tres hijos en edad escolar, échale mil euritos de gastos extra al mes de Septiembre. Vamos, todo normal, todo como el año pasado.

Estrecheces en la familia, cuentas que no salen, alumnos en barracones, promesas políticas incumplidas, y el temible informe PISA que deja a España a la altura del betún. PISA es un Informe Internacional de Evaluación Integral de Alumnos, y que en los últimos años viene dando a nuestros alumnos, entre otras materias, un suspenso en Matemáticas y Ciencias; con Andalucía abanderando el ranking negativo. Aunque no sólo en Andalucía pinta en bastos, es que en el resto de España el informe PISA deja a nuestro alumnado con las vergüenzas al aíre; pero eso sí, nadie se asuste, porque al parecer nadie es culpable de este sonrojo cultural en nuestros niños, y no tan niños, y como no hay culpables, todo el mundo se sorprende del lugar tan paupérrimo que ocupa nuestros alumnos con respecto a los alumnos internacionales.

¡Vamos a ver lumbreras de los distintos gobiernos y ministerios de Educación y chupe de los últimos años!, si desde el 1970 a hoy ha habido siete cambios de leyes educativas que afectan a nuestros alumnos de Primaria, Secundaria y F.P., qué es lo que esperaban. Preguntado a los profesionales de la pedagogía a qué se debe tanto cambio en la línea de Educación, el noventa y nueve por ciento apuntan a que todos los cambios han tenido más sustancia política que formativa. Por tanto, señores políticos, responsables de los sucesivos ministerios de Educación, ¿no creen que la culpa de este nivel que tanto “brilla” en nuestros alumnos ustedes tienen algo que ver? Un cero como una rueda de carro, y de los grandes, se merecen ustedes, y no los niños.

Y ahora lo traca, lo que a cualquier ciudadano que pague sus impuestos religiosamente le colma el vaso de la paciencia a límites de desbordamiento.

Hace unos días la patronal de los editores de libros de texto, ANELE, denunció que todos los años sufren presiones de todas las comunidades autónomas a través de los consejeros, viceconsejeros y directores generales para incluir contenidos regionales en los libros educativos. «Y es que cada comunidad autónoma tiene sus manías, y algunas veces, rozando lo patético», dijo el representante de la patronal de editores de libros de texto; aunque días después, seguro que también por presiones espúreas, rebajó su primera crítica.

Según su versión, en Cataluña, por ejemplo, además de otras lindezas, no quieren que sus alumnos sepan quienes eran los Reyes Católicos. O sea, la historia a la puta mierda. En las Islas Canarias no quieren que en sus libros de texto aparezcan los ríos más importantes de España, aludiendo que ellos no tiene ríos. La comunidad Valenciana quiso censurar un libro del ya fallecido Fernández Lázaro Carreter, exdirector de la Real Academia de la Lengua, que decía que el valenciano era un dialecto del catalán; en Castilla la Mancha, un libro de Formación Profesional que explica el despiece y funcionamiento de las cajas de cambios de los vehículos, desde la Comunidad dicen que el texto se tiene que adaptar a la realidad autonómica castellana. ¡Toma Castaña!

Y para ir terminando, ¿Verdad señoras y señores que dos y dos son cuatro en todo el mundo mundial? Pues si nos atenemos a la Patronal de Libros de Texto, no es así, sólo de matemáticas se editan diecisiete textos distintos. Detengámonos un segundo para analizar someramente la situación. Que nacionalista o separatistas quieran que dos y dos sumen cinco o seis, lógicamente, siempre a favor de ellos, podría ser hasta normal, porque las paranoias tiene estos desvaríos, pero que el libro de matemáticas que se edita para la comunidad de Madrid tenga que ser distinto al de Castilla la Mancha, Andalucía, Extremadura, La Rioja, Murcia…y así todas las Comunidades Autonómicas, que como poco, nos une el mismo lenguaje, y pronto ni eso, pues entiéndalo ustedes, se actúa así porque se dispara con pólvora ajena y el dinero lo pone los de siempre.

Conclusión, si la patronal de los editores de libros de texto, por caprichos políticos se ven en la necesidad de publicar cincuenta mil libros de texto en vez de dos mil o tres mil, alguien tiene que pagar la fiesta…las copas y la cama. Sin decirles a ustedes quienes tienen que pagar estos excesos innecesarios, seguro que se lo recelan.

Solo un apunte más que quizá a algunos de ustedes les sirva para sacar sus propias conclusiones de lo ya expuesto. Alemania tiene alrededor de 81 millones de habitantes, y 150.000 políticos. En España hay 47 millones de habitantes, y tenemos alrededor de 450.000 políticos. Estoy más que seguro que el cómico José Mota diría: “Ahora vas y la cascas”.

Con septiembre comienza todo