viernes. 26.04.2024

¿Es ‘La casa fuerte’ un disparate difícil de entender?

Esperpéntico estreno del nuevo reality veraniego de Telecinco

Todo ha sucedido, en cuanto a fechas, por el adelantamiento de la decimonovena edición de ‘Supervivientes’ (léase: dos meses antes de lo habitual). Y por la cancelación de la Eurocopa 2020 (prevista para junio y julio del presente año 2020). Por estas dos razones Mediaset ha decidido -decidió en su momento- apostar por un nuevo reality bajo el epígrafe de espectáculo veraniego.

Esto de optar por un entretenimiento de verano no es nuevo en la cadena alegre. Ya lo hizo, pongamos por caso, en los años 2013 –‘Campamento de verano’-, 2014 –‘Ex, ¿qué harías por tus hijos?’- y 2015 –‘Pasaporte a la isla’-. Todos, como este alocado ‘La casa fuerte’, son concursos de telerrealidad.

El estreno de ‘La casa fuerte’ dejó en la noche de este jueves 11 y madrugada del viernes 12 de junio a todos los espectadores anonadados. Es un concurso que aporta confusión y resta neuronas. La mayor parte de los concursantes cultivan el ridículo como especialización propia y, lo que puede traducirse aún peor, se dejan ridiculizar e incluso humillar.

La promoción del espacio no quiso anunciar la dinámica de funcionamiento. No quiso desvelar en qué consistiría a fondo el concurso. Sí adelantó, grosso modo, la ya explicada por activa y por pasiva división de concursantes en dos grupos -los residentes y los asaltantes- y que no habría denominaciones sino dinero ganado -y guardado en las cajas fuertes de colores de cada pareja- según irían ganando pruebas.

Pero el caso es que, después de cuatro horas de emisión -o casi cuatro horas-, los telespectadores no terminaban de aclararse. No quedaba claro el funcionamiento. Lógico: la gala de presentación fue un tira y afloja de risitas y risotadas -Jorge Javier Vázquez, en su salsa, reía más que hablaba- y de situaciones ridículas rayanas en lo grotesco.

Jorge Javier salta al plató con un look psicodélico: el pelo blanco y una chaqueta con brocados dorados. Suspenso rotundo -muy deficiente de cajón- para Nuria Marín. Tuvo una oportunidad de oro para estrenarse en el formato reality y cuajó una actuación para olvidar: perdida, sin control, cariacontecida, sin poder de mando sobre los concursantes. Nuria Marín no debe preocuparse únicamente en lucir piernas cuando la apunta el objetivo de la cámara.

Jorge Javier procuraba lanzar comentarios punzantes para ridiculizar a los concursantes. Quizá la clave desconocida del concurso radicaba en el humor fácil. Todo se permutó enseguida bajo el mantolín de lo friki. De entrada rememoró a una suerte de revival de la década de los noventa (un hibrido entre ‘El Juego de la Oca’ y ‘Humor amarillo’).

Maite Galdeano se presenta subrayando perlas verbales: “No me llevo bien con mi hijo Cristian Suescun. Yo soy Tauro y él es libra y somos incompatibles. Esperamos llevarnos bien. También espero llevarme bien con la madre de María Jesús, aunque ella es más conservadora y yo más moderna”. La respuesta de Cristian, un tanto escatológica: “Mi madre no me deja en paz ni en mi casa: no me deja ni cagar cuando yo quiero”.

Oriana es un personaje y no una personalidad. De museo de las dislocaciones sin definición. Dice: “Hay que ser muy tonto para decir que no sabe quién soy yo, la siempre imitada pero nunca igualada. No tengo enemigos porque nadie está a mi altura para ser mi enemigo”. La pregunta que flota en el ambiente es cuánto va a durar Oriana en el concurso

Ella le comenta a Jorge Javier: “Te oigo con retraso”. Y Jorge Javier le responde:  “Se llama retardo”. Y ella: “¿Te estás quedando conmigo?”.  María  Jesús Ruiz y su madre Juani Garzón arrancan al discreto modo. Sin ánimos de epatar. En plató advierten un tonteo fugaz entre María Jesús y Ferre -mala cosa, a juzgar por el carácter enfermizamente celoso de la propia Cristina Gilabert-.

Iván González -el galán de la noche- aduce que “soy muy buena persona pero en la convivencia soy un poco tocapelotas. Voy a hacer todo posible por llevarme la caja fuerte”. Iván y Oriana se han liado varias veces. Se encuentran o reencuentran. Y tontean. Oriana lo escoge como pareja pero muestra reticencias porque Oriana dura horas en cualquier reality. Ella se molesta. Porque está algo ilusionada con el chico. Al parecer durante la pandemia hubo acercamiento entre ambos.

Yola Berrocal ha ganado físicamente con los años. Ha pasado de chica boom a señora. Con pose de serenidad. Afirma: “Soy Yola Berrocal y he hecho de todo. Soy una persona humana. Y humilde. Yo he venido aquí a divertirme. No me gusta la gente que grita y descalifica. He nacido para estar soltera. Soy una heroína y he venido a quedarme con la casa”.

Entra en escena el guaperas con “cuerpo apolíneo y apellido de San Isidro”: Labrador. Animal televisivo. ¿Sólo televisivo o en todas las facetas de la vida? Y Macarena: “No vengo como la novia de Rafa Mora sino como Macarena”. Fani y Christopher. Él habla poco y ella lleva la voz cantante para apostillar una lindeza: “No he sido infiel a Christopher, sólo desleal”. Ahora desnudarse con otro y “hacerlo” en cama ajena se le llama deslealtad.

Leticia Sabater se desfigura por veces. Jorge Javier argumenta que incluso, años ha, muchos jóvenes de España se masturbaban con la Leticia del “a mediodía, alegría”. Leticia Sabater, con unas extensiones desproporcionadas, más largas que un día sin pan, recalca: “He hecho de todo. Ya sólo me falta ser puta”. Y… tan pancha.

Fani se cuela de rondón en pantalla: “Seguimos muy ilusionados con nuestro proyecto de boda y con el proyecto más bonito: tener un bebé”. Mientras tanto, las redes sociales ya arden en contrariedades. Critican al unísono que las pruebas ocupen la mayor parte de las galas. Ciertamente es así. Todo parece como una prueba del laberinto cuya relectura es ininteligible.

La primera de las pruebas es un trasunto del ‘bautizo embarrado’ de ‘Supervivientes’. No sin antes que, en la mojada sobre la planicie con hechuras de piscina infantil, los concursantes tuvieran que someterse a la tortura absurda de un mareo a partir de las vueltas infringidas por un columpio un tanto agresivo. De lo cual resulta que Fani y Christopher, al recaudar el mayor número de dinero en la pesca acuática de las bolas con billetes en su interior, salgan como la primera pareja inmune.

Jorge Javier Vázquez, sin venir a colación, manifiesta dos indirectas de sesgo político. La primera: anuncia que Cayetana Álvarez de Toledo es Marquesa de la Casa Fuerte. Segunda: en un diálogo insustancial con Oriana, le reprocha que asista a las manifestaciones con coches -en clara referencia a Vox-. Oriana sonríe y remacha: “Bueno, aquí cada cual con su ideología”. O, por mejor decir, cada loco con su tema. Frase lacónica que bien describe el estreno de un reality con mucho ruido y muy pocas nueces.

¿Es ‘La casa fuerte’ un disparate difícil de entender?