sábado. 20.04.2024

Cinco preguntas sin respuestas tras las Elecciones Generales

De acuerdos transversales, adversarios equivocados y euforias impostadas

La práctica totalidad de los líderes políticos han coincidido en el craso error de esta convocatoria electoral. Ni siquiera Pedro Sánchez, en su sobreactuada intervención de este pasado domingo noche, ha acentuado el posible acierto de la nueva vuelta a los comicios. La euforia de los socialistas se mascaba tan impostada como los enérgicos aplausos de la señora esposa del presidente en funciones. Con un énfasis tal si hubiesen ganado las elecciones por abrumadora mayoría absoluta.

La fragmentación del mapa político deriva de un cansancio palpable -y más que justificado- de los españolitos de a pie. Españolitos que abandonan el diminutivo para gritar superlativamente a través de las urnas. Son, por encima de todo sesudo análisis, quienes han estado a la altura. Saliendo a ejercer su legítimo derecho al voto por enésima vez. Pese al cansancio acumulado. Pese al hastío ya perturbador.

España sí ha creado un cordón sanitario en derredor de la Constitución y de las libertades. Pero ha troceado la dificultad de la gobernabilidad por mor de unas circunstancias complejísimas, laberínticas, dimanadas del pétreo posicionamiento de Sánchez y de la mareante deriva de Rivera. El socialista ahora debe revisar su discurso. Sánchez sabe a ciencia cierta que Vox no sólo ha disparado sus votos a partir de la exhumación de Franco -así está detectado y compulsado por estadistas y analistas- sino que además buena parte del millón de votos perdidos por el PSOE han recalado a favor del partido presidido por Santiago Abascal.

Albert Rivera se tendrá que enjuagar el rostro y aclararse los matices de las maquilladoras de Malú, elegidas para su desbarrada ocasión del gran debate a cinco. Ya se lo advirtió Pablo Casado: se equivocaba Rivera de adversario. Ha venido arremetiendo contra todo y contra todos -menos contra el perrito del gag fallido- para colocarse en tierra de nadie. Y, ya se sabe, en tierra de nadie pierdes tu espacio. Incluso el político.

Los españoles no desean peroratas. Ni cantos de sirenas de gorigoris ideológicos. Sobre todo porque las ideologías forman parte de un mejunje a la rebujina cuya praxis ya no coincide con la definición terminológica. Léase: la definición de Gobierno progresista no ha de ser exclusivo, moralmente, de la izquierda. Progresista es la aplicación de acciones políticas que hacen progresar al país. Y, por ende, depende de las obras más que de la apropiación indebida o del derecho adquirido sobre el propio concepto.

El bloqueo se afianza aunque Sánchez prometa que ahora sí que sí. La receta de la problemática está contenida en la Constitución. Quizá ha llegado la hora se acuerdos transversales y no por bloques de sumandos.

Cinco preguntas sin respuestas quedan en el aire tras las Elecciones Generales.

  1. ¿Se logrará el desbloqueo?
  2. ¿Habrá alcanzado Vox su máximo de votos o por el contrario este proyecto irá a muchísimo más?
  3. Tal como aconsejan expertos en gobernabilidad, ¿se logrará un pacto PSOE-PP?
  4. ¿Sobrevivirá Ciudadanos a su descalabro electoral?
  5. ¿Irá España a otra convocatoria electoral con todo cuanto ello supondría en muchísimos sentidos?

Cinco preguntas sin respuestas tras las Elecciones Generales