Un hombre arranca de un mordisco un trozo de oreja al novio de su expareja
Varias personas intentaron apaciguar esta violenta pelea sin éxito ninguno
Hay amores que matan. Y hay amores o antiguos amores por los que casi se mata. O se matan. Es cuanto le ha sucedido a un hombre que ha perdido, de manera violenta, un trozo de su oreja como consecuencia de un mordisco en una pelea. Una pelea sin miramientos que pudo acarrear incluso un peor desenlace.
Los hechos se produjeron este pasado miércoles día 8 a las doce menos cuarto del mediodía en las mismas puertas de un bar de Lóbez Pueyo, del barrio de Torrero de Zaragoza. Unos hechos inesperados que a todos sorprendió sobremanera.
Cabe mencionar que el agresor huyó y aún no ha sido localizado por la policía. No fue una pelea fortuita. Existe una razón que es a la postre una sinrazón. Todo indica que uno de los hombres era el ex novio de una mujer y el otro, la actual pareja de ésta.
Un encontronazo por una mujer como argumento sentimental. Con todo y con eso, todavía se desconocen los motivos que indujeron a la brutal pelea. La pugna fue a brazo partido, con todas las fuerzas sacadas a flote. Golpes, patadas, agresividad a la enésima potencia.
Varios clientes procuraron mediar e incluso separarlos. Pero intentona baldía. Del todo imposible. ¿Cuándo finalizó la trifulca? Precisamente cuando uno de ellos -ni corto ni perezoso- arremetió a las bravas y mordió la oreja de su contrincante…
Lo hizo con tanta ira que le arrancó un trozo del lóbulo. A partir de este instante puso pies en polvorosa y salió corriendo a toda mecha. Huyó sin pensárselo dos veces del lugar de los hechos
Es cierto que la Policía Local se presentó pocos minutos después de que se produjera la pelea, pero ya para entonces el agresor se había marchado. Y a pesar de tomar declaración a los testigos, todavía no se ha producido ninguna detención.
El herido fue trasladado a un hospital. Siempre que se alude a un mordisco de semejantes características el imaginario popular se retrotrae al combate que Mike Tyson y Evander Holyfield protagonizaron el 28 de junio de 1997 en Las Vegas con el título de los pesos pesados en juego. Un mordisco y trozo de oreja que entonces dieron la vuelta al mundo.
