viernes. 29.03.2024

¡Dejad que los niños se acerquen a las zambombas de Jerez!

Publicamos un vídeo que demuestra cómo el duende se hace jerezano

Las zambombas de Jerez tienen más de espontaneidad que de improvisación. Porque la fiesta comienza -puntualmente- a la hora más o menos señalada. Y anunciada en todas partes o en ninguna – que también la castiza publicidad basada en el método del boca-oreja funciona a las mil maravillas sin necesidad de ninguna herramienta digital del marketing moderno-.

Las zambombas acogen y recogen en su derredor a propios y extraños (estos últimos ya no lo serán desde el preciso instante del inicio de esta convivencia que no pone puertas a su propio acceso). Porque aquí no existe ni jamás existieron distingos clasistas ni zonas VIP.

Este puente de la Purísima Concepción ha generado zambombas por doquier. La ciudad ha sido un trazado festivo a cada palmo. A cada tiro de piedra. En la esquina menos prevista emergía una horizontalidad humana haciendo coro sobre la fogata de tradición. Algo así como el calor unánime que los jerezanos otorgan a cuanto legaron -a cuanto supieron legar- sus mayores.

La zambomba es un canto de amor de generación en generación. La alegría por las fiestas Navideñas -ya a la vuelta de la esquina del calendario- enciende a su vez el fuego antiguo de las cosas auténticas. Es como dar cobijo a la lumbre del repertorio de los villancicos populares con temperatura de júbilo. Del júbilo de vecinos de acá y de allá. De ciudadanos de esta bendita tierra.

Hablábamos de la espontaneidad. Porque a menudo el título del siguiente villancico que va a cantante no figura en la mente de nadie. Se salta de un tema a otro porque sí o porque cualquier participante comience entonando la primera frase de unas letrillas.

Es decir: los villancicos van brotando espontáneamente. Pero no sólo los villancicos… ¡también quienes salten al centro del coro a bailar con hechuras flamencas! Entonces se produce el cénit de la celebración: la esencia de lo festivo: el lenguaje tácito de unas formas que no encuentran dueños ni propietarios únicos…

Las zambombas es de todos y para todos. Y así sucede -siempre, sí, espontáneamente-. Este puente de la Inmaculada ha sido, de nuevo, un derroche de arte. Como así muestra y demuestra el vídeo que ilustra este pieza informativa.

Sucedió a una hora mágica -como así renace el conjuro de lo jondo- en la zambomba a pie de acera -y prácticamente a las plantas de la Santa Iglesia Catedral- que celebraba el conocido bar El Molino. El ambiente era excepcional.

A las primeras de cambio un chico entra en escena, con la espontaneidad que consagra el virtuosismo innato, para demostrar cómo se baila en la ciudad del flamenco…Y ya el duende se hizo grande. Se hizo jerezano.

¡Dejad que los niños se acerquen a las zambombas de Jerez!