martes. 23.04.2024

Terapia para el Aburrimiento

Más de un tercio de españoles es incapaz de coger un libro para leerlo sin quedarse dormido

Terapia para el Aburrimiento

Más de un tercio de españoles es incapaz de coger un libro para leerlo sin quedarse dormido

Es verdad que estos últimos tiempos no son ni de relax ni de tranquilidad, pero igual que los lunes que preceden al martes, hay que vivirlos…tirar para adelante, exprimir lo poco o mucho que tenga de positivo, y si no nos apetece saborear nuestro tiempo libre como otras veces, porque su actual abundancia viene impuesto por la bestial incidencia que nos asola, si al menos procurar vivirlo lo mejor posible. Una de las mil formas de vivirlo, incluso de disfrutarlo, aun en tiempos de incertidumbre y recelo, debería pasar por intentar evadirnos de todo lo negativo que nos rodea y viajar con la mente a otros mundos más idílicos, más llevaderos: mundos de aventura, escenarios de amor, horizontes de pasión y divertimento; en resumen, viajar a esos mundos cuyo pasaje sólo podemos encontrar en la prodigiosa ventanilla de la lectura.

Imagine: un lugar preferido del salón de casa, en el jardín, en la terraza, o en ese lugar de su hábitat donde reine la calma sumergido en la trama de ese libro que, tiempo atrás, aún teniendo referencias positivas, por el vértigo que conllevó su vida no le dio tiempo a leer. Aquellos otros libros calzo, los que nacieron para equilibrar la pata del armario o dar colorido a los mueble del salón, pueden seguir donde están, que hagan su papel, que para eso fueron paridos. Pero no; no hablamos de la literatura taco, hablamos de otro tipo de lectura, hablamos de esa buena literatura que dejó entrever el escritor Jeffrey H. Archer, a la pregunta de un periodista sobre la novela Guerra y Paz, de León Tolstó: «Esa obra  me pone enfermo porque no lo escribí yo, y, peor todavía, porque no sería capaz»

Sin querer terciar en opinión alguna sobre la considerada literatura excelsa, porque cualquiera intento llevaría parejo el fracaso, ya que cada lector tiene sus propios gustos, pero seguro que en un rincón de la mesilla o en la pequeña librería de casa puede hallarse esa joya desconocida, literaria o poética, deseando mostrarle la perspectiva de un mundo distinto, un mundo extraordinario en cual perderse.

En reciente barómetro sobre Hábitos de Lectura y compra de libros, realizado poco antes de que fuésemos abordados por el “bicho” invisible que nos asola, pudo comprobarse que más de un tercio de españoles es incapaz de coger un libro para leerlo sin quedarse dormido. De esta contingencia se libra casi la mitad de españoles, que no cogen un libro en todo el año ni para mudarlo de lugar. Y en esta tesitura, la lista de los que menos leen de España la abandera Extremadura, seguida de Canarias, Andalucía, Castilla León y Murcia. En las antípodas se encuentra Madrid, cuya afición a la lectura supera en doce puntos la media nacional.

Obviamente el clima extremeño, canario, andaluz, castellano o murciano no es suficiente argumento como para encubrir nuestra pereza lectora, ya que ni nuestras maravillosas playas, ni nuestros ejidos o montañas tienen la culpa de que la mayor parte de nuestro tiempo libre lo pasemos al aire libre, fuera de casa. En la calle, de paseo, frente a un café o una caña.

Es verdad que incluso para la lectura se necesita el estado de ánimo conveniente, no como ahora, en que la situación anímica de muchos/as no está para tirar cohetes, pero aún así, de la lectura de un buen libro pueden obtenerse mejores resultados terapéuticos que con el Orfidal y la Valeriana juntos, al convertirse en una ventana abierta a ese mundo maravilloso donde la bella o el bello están a la altura del beso, donde la salud o la riquezas son suyos, donde el sufrimiento es de otros, donde el fracaso se esquiva para llegar al triunfo…donde, en fin…Yo lo tengo decidido, leyendo: ¡Me quedo en casa!

Terapia para el Aburrimiento