jueves. 25.04.2024
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En los desayunos de los madrugones de la ciudad algunos jerezanos se hacen lenguas por la complicada Navidad que se nos avecina en Jerez. En bastantes bares los comentarios son coincidentes. Más que los comentarios, el debate confrontado. Como suele suceder, se trata de la dualidad de opiniones al respecto de las medidas restrictivas dictaminadas para las próximas fiestas.

La mayoría opina que no hay Navidad que salvar: “lo que hay que salvar son vidas”. Por tanto no cuesta nada, por esta vez, respetar a rajatabla cuando nos indican las autoridades competentes. Y, si cuesta, pues habrá que agachar la cerviz y atarse los machos. La solidaridad impera. La prevención es materia de obligado cumplimiento. Ahora, más que nunca, hemos de ser ciudadanos del mundo.

Lo contrario, en pureza, es una locura sin ton ni son. Hay quienes, por el contrario, se quejan (incluso alguna poniendo el grito en el cielo). “¿Cómo vamos a dejar a un joven de 20 años encerrado en su casa durante la madrugada de Fin de Año? ¡Eso es cargarse a la juventud”. Juzgue el mismo lector. Afirmaciones de semejante índole son las que mantienen el virus en su fortaleza…

Cuando, además, son legiones de jóvenes los que, abrazados a su propia madurez, asumen que este año no hay por qué salir a la calle para divertirse. Sino más bien todo lo contrario: en el necesario y preventivo encierro en el hogar, dulce hogar, se encuentra el mejor incentivo. Porque en el seno del cariño familiar se halla el más alto de los atractivos.

Será una Navidad diferente. No habrá que empecinarse en su enfoque más desilusionado con respecto a todas las ediciones anteriores. Es cuestión de mentalizarse. Y de encontrar acicates en lo novedoso. Navidad diferente pero no sistemáticamente peor.

La Navidad siempre se ha dirigido hacia el interior, hacia la vivencia familiar, hacia la celebración del Nacimiento del Niño Dios. La comercialización de la fiesta no puede tergiversar su verdadero fundamento. Sería confundir el atún con el betún. Nada ocurre si se han prohibido las zambombas en un gesto de responsabilidad común.

Nada sucede si se evitarán las aglomeraciones en los grandes centros comerciales. Todo sea por la salud general. Por la salud del otro. Por nuestra salud. Existen otros signos muy significativos que sí mantienen el mensaje de fondo -y en este caso de forma- de la Navidad. De la Navidad enteramente religiosa. De la Navidad fuera de modas y modismos. De la Navidad como absurda justificación de fiestorro descontrolado a pie de calle -o no-.

Al margen de la decoración de las calles. Al margen de los belenes pequeños que están montados en algunos bares y restaurantes de la ciudad. Un signo que se espera con expectación es el portal de Belén de Santo Domingo. Es un anuncio sublime que permanecerá en el epicentro de la ciudad hasta la misma noche del 5 de enero. Un precioso montaje que hace las delicias de propios y extraños.

Pues bien: ya lo pueden disfrutar los jerezanos. Con su majestuosa sencillez. Con su alteza de trascendencia. Con su minimalismo del detalle, con su maximalismo de Evangelio que trasciende al tiempo. A los tiempos. Incluso a los de pandemia. Jerez ya cuenta con su portal más referencial, entre Santo Domingo y la Alameda Cristina. Un portal con lectura propia: la del verdadero sentido de la Navidad. La que centra todas las miradas en el Niño Dios, Rey y Redentor del mundo.

¡Y, de nuevo, el portal de Belén en Santo Domingo!