viernes. 29.03.2024

Entre los padres y los hijos debe existir una confianza plena. No a nivel de colegas, que a veces en este sentido se confunde el atún con el betún. No a nivel de igual a igual, porque entonces todo se equipara bajo el mismo parámetro. Y los padres son los padres, con el papel que a los padres corresponde. Y los hijos son los hijos con tres cuartos de lo propio.

No cabe duda que hay que educar con inteligencia emocional. O al menos usando algunas de las herramientas, de los métodos, de los enfoques que la inteligencia emocional propone. Será un modo directo de conseguir que nuestros hijos sean felices. Sean sociales. Sean responsables. Un niño responsable prácticamente lo garantiza todo en su forma de actuar.

No cabe la menor duda que todos los padres aspiran a educar a sus hijos de la mejor manera posible. Aunque a menudo las dudas asaltan. Las estrategias faltan. O bien entra en escena uno de los mayores enemigos -enemigos frontales- de los padres a la hora de educar a sus hijos: la falta de tiempo.

La falta de tiempo es atroz. Porque arrebata lo que de hecho entra dentro de tus planes. De tu voluntad de ser. La falta de tiempo es uno de los males más acuciantes del siglo XXI. La sociedad se ha acelerado. A una velocidad de espanto difícilmente previsible hace apenas unos años. La sociedad ha tomado la quinta marcha sin opción de vuelta atrás.

La infancia es clave. El niño, la niña, deben sentirse seguros ante sus padres. Y no temerosos. El miedo a la respuesta de los padres por cualquier acción concreta no sólo va en contra del entendimiento en sí mismo sino que además de alguna manera puede acarrear hechos indeseados por ambas partes. Algunos incluso con tintes trágicos. Con tintes auténticamente dramáticos.

Es cuanto ha sucedido a una niña de 14 años. A una timorata niña de 14 años que se ha visto encerrada en el juego de espejos -mareante- de sus propias circunstancias. Inexperta en muchos ámbitos. La chiquilla temía que sus padres llegaran a enterarse que estaba embarazada. Para ella suponía un drama contárselo. Estaba envarada de temor.

Un despropósito en toda regla cometido contra un bebé

Con tal de que sus padres no se enterasen de nada, ella misma ha provocado la muerte -la terrible muerte, la injusta muerte- del bebé nada más nacer. Un despropósito en toda regla. No sabía qué hacer y planeó lo peor. Optó por la más sangrienta e irracional de las opciones. Las dudas no suelen traer consecuencias lógicas. Ni saludables.

Ella dio a luz en soledad. Parió a solas. Sin que sus padres se enteraran de nada. Actos seguido metió al bebé en una bolsa. Y, segundos después, introdujo la bolsa dentro del congelador del garaje. La muerte ya era un hecho. Los médicos no pudieron ni de lejos salvar la vida del bebé.

El hecho ha sucedido a la ciudad rusa de Novosibirsk y las autoridades están en estos momentos investigando el caso por sus extrañas circunstancias, sobre todo por el hecho de que los padres no se dieran cuenta del embarazo. ¿Cómo fue posible esto?

Según los datos de la policía, la menor, de nombre Anastasia, estaba muy asustada por la reacción que podrían tener sus padres al enterarse de que estaba embarazada. Por esa razón escondió el embarazo. Lo escondió todo lo que pudo. Hasta un extremos casi obsesivo.

Ni amigos ni profesores

Tampoco sus amigos ni los profesores se habrían dado cuenta de que estaba esperando a un bebé. Sin embargo, y con todo, se explica que una vecina, al apreciar el cambio de peso de la niña, preguntó a la madre si esta estaba embarazada. La madre, sin embargo, le dijo que no. La madre le dijo lo que ella creía que era verdad.

Más datos: Anastasia Kuleshova, una funcionaria del comité de investigación de Rusia, ha relatado que el día del parto la menor empezó a gemir de dolor e hizo que la madre avisara a los servicios de urgencia pensando de que era un caso de apendicitis.

Cuando llegó la ambulancia, la niña relató los hechos. La menor, que perdió mucha sangre, demasiada sangre, durante el parto, está ingresada en el hospital y su estado es muy grave. Los sanitarios, por más que lo intentaron, no lograron salvar la vida al bebé.

Una menor de 14 años congela a su bebé recién nacido