viernes. 26.04.2024

La policía echa a los propietarios de su propia casa porque así lo piden unos okupas

“Hacía tiempo que no lloraba pero cuando entré se me caían las lágrimas”

El mundo comienza a girar al revés. Al contrario de toda lógica. Nadie comprende nada. Y es que los okupas de una casa del barrio A Milagrosa de Lugo ni cortos ni perezosos llamaron a la policía para pedirles que fueran a echar a los propietarios del inmueble. Así tal cual: y se quedaron tan panchos.

Los propietarios hacían guardia delante de la vivienda para evitar que se llevaran nada del interior. Así como suena. "Tenemos miedo", fue el mensaje que hicieron llegar los okupas a la policía. Tenían miedo. Hablamos de este reciente 25 de junio.

Los autores de la llamada habían ocupado una casa de A Milagrosa de Lugo (uno de los barrios con más casas ocupadas de toda Galicia), y justo delante del inmueble se habían reunido la nieta y tres familiares más para evitar que los nuevos "inquilinos" se llevaran nada.

Sucedió que la policía les detuvo al día siguiente. Pero… No a los okupas, sino... ¡a los propietarios legítimos! Exactamente lo dicho: el mundo al revés. El surrealismo de toda injusticia. Situación intolerable. Los propietarios de la casa son además una pareja anciana de 84 y 91 años.

Contextualicemos. Cuando a mediados de marzo se decretó el estado de alarma, los hijos del matrimonio -con toda lógica- decidieron que, dada su avanzada edad, pasaran el confinamiento con ellos. Era el modo de estar más protegidos. Más cuidados. Mejor atendidos.

Naturalmente, tan pronto como les fue posible, comenzaron a pasar por casa de sus abuelos para comprobar que todo estaba en orden. Visitaban la casa con frecuencia. Con estrecha frecuencia. Jamás estuvieron más de tres días sin ir. En este sentido de igual modo pidieron a los vecinos que si alguna vez veían algo extraño los avisaran inmediatamente.

Toda precaución siempre es poca. El día 25 sucedió lo que habían temido, y por lo que estaban vigilantes. Fue el padre de una amiga quien alertó a la nieta que había visto entrar y salir gente de la casa de sus abuelos. La habían ocupado un grupo de cinco jóvenes de entre 18 y 31 años. De sopetón. Sin encomendarse ni a Dios ni al diablo.

La nieta avisó a la policía y se desplazó hacia el sitio acompañada de otros familiares. Estaban dispuestos a defender lo que era suyo. Decidieron quedarse allí y por supuesto hacer guardia el tiempo que fuese necesario para evitar que los asaltantes se llevaran nada del interior. Pero entonces se produjo la sinrazón: la esperpéntica llamada: "Tenemos miedo".

"Los okupas llamaron a la policía para decirles que tenían miedo y la policía nos llamó para decirnos que teníamos que marcharnos de allí", revela perpleja la nieta de los propietarios. "¡Qué me parta un rayo si entiendo alguna cosa".

Finalmente la policía desalojó la vivienda al día siguiente, el día 26 de junio. La policía los detuvo acusándolos de un delito de robo con fuerza. "¡Anda que no hay casas por aquí para tener que venir a esta!", se marcharon los okupas recriminando a gritos en la nieta y resto de familiares.

La cosa no quedó ahí. Ciertamente pasaron más de tres días, el tiempo suficiente para que los okupas cambiaran la cerradura de la casa y causaran varios destrozos. "Hacía tiempo que no lloraba, pero cuando entré se me caían las lágrimas. Habían descolgado los cuadros, reventado los muebles, roto marcos de fotos y recuerdos y habían metido todo en mantas, como si se lo fueran a llevar".

Algo está fallando, sin duda alguna. Los usurpadores sí que consiguieron llevarse, entre otros objetos: figuras de Lladró, un abrigo de piel, joyas... y miles de euros en efectivo. ¡Ahí es nada!

La nieta, que en todo momento ha querido mantenerse en el anonimato, apunta además que la casa estaba extremadamente sucia, con colillas de cigarrillos y excrementos de perro por toda la casa. "Además de destructores, guarros".

Una pista que llama a la preocupación: una vez realizado el desalojo, los familiares de los propietarios encontraron dentro de la casa una riñonera. "Dentro había cinco o seis llaves. Las hemos entregado a la policía porque podrían ser de otras casas".

Lamentabilísimo. Aunque los arrestados aseguraron que habían pasado el confinamiento en el interior del inmueble, dentro no había más que "un par de almohadas sucias, unas zapatillas, un paquete de tabaco y unos mecheros".

La policía echa a los propietarios de su propia casa porque así lo piden unos okupas