jueves. 28.03.2024

La Fuerza de la Unión

Puede que esto sea una oportunidad que nos brinda la vida para redescubrirnos, querernos y querer más

La Fuerza de la Unión

España vive uno de sus peores momentos para muchos de nosotros. Otros, antaño, vivieron días más terribles aún. Aquellos quienes levantaron esta patria nuestra y hoy mueren cruelmente solos.

Sin embargo, si algo cabe destacar ante un panorama tan desolador, y en un país siempre dividido en dos gamas de colores: rojos y azules, es la unidad reinante. Envidiable y ejemplar.

Triste que hayamos tenido que esperar a este tipo de situaciones para comenzar a remar todos a una. Todos, menos el gobierno, que llega tarde y sin atino.

Centro mi atención y los aplausos de agradecimiento eterno a mis compatriotas, quienes, pacientes y cumplidores, en una amplia mayoría, aguardan en casa, confinados, intentando buscar el tiempo perdido, o haciendo que las manecillas del reloj marquen con celeridad las horas.

Para muchos, callejeros de tabernas y barrios de sus ciudades, no es fácil encerrarse en casa sin saber hasta cuándo. Siempre hay tareas pendientes por hacer o actividades por descubrir. Quizá, esto es una oportunidad que nos brinda la vida para redescubrirnos, querernos y querer más. Unos días de obligado asueto para aprender a valorar la vida con sus pequeños detalles y matices, a las personas y la importancia de mamá naturaleza. Para comprender que no somos superiores a nadie, sino que somos seres indefensos que luchan por sobrevivir.

Mi recuerdo para las víctimas que han perdido esta batalla contra ese ser microscópico, tan dañino, incluso letal. Se han ido solos, pero siempre permanecerán en el recuerdo de los suyos. Y de España. Valientes hasta el final.

Mi alabanza y brindis por todos los trabajadores que, cada mañana, salen a la calle en pro de sus paisanos: camioneros, trabajadores de supermercados y tiendas de alimentación, limpiadores, repartidores y otros empleados de primeras necesidades. Y a policías nacionales, locales, guardias civiles y ejército, quienes nunca nos abandona y velan por nuestra seguridad.

Y mi reconocimiento más sincero para todos los sanitarios: médicos, enfermeros y auxiliares, farmacéuticos y demás personal hospitalario. Guerreros más o menos protegidos que, tras su trinchera, se encuentran en primera línea de contienda. Diagnosticando, tratando, repartiendo salud y consejos. Tienen uno de los cometidos más difíciles en toda esta pelea, pero de los más bonitos y satisfactorios cuando venzan al fin.

Luchan, incansables, para evitar más soldados caídos. Investigan, estudian, analizan… Ellos, hoy y siempre, héroes sin capa, pero ataviados con bata blanca. Héroes, aunque la Sanidad sea considerada por los políticos un Ministerio menor.

Ellos. Ellas. El orgullo de una nación. España. Ese país que se despierta y se levanta para ayudar al prójimo, ya sea confeccionando mascarillas o elaborando alcohol, entre otras aportaciones. Todos al unísono, como si tuvieran encargada una misión que no pueden rechazar. Porque España no puede dar la espalda a España, ni negársele la ayuda.

Esta patria nuestra que sale a los balcones para aplaudir con ahínco a sus sanitarios. Para poner caras y voces a nuestros desconocidos vecinos, pero a quienes sentimos más cerca que nunca. Unidos en la distancia, como tantas familias y amigos, que recurren a las redes sociales y dispositivos móviles para sobrellevar el trago de la soledad, o para compartir y regalar esas risas y abrazos “palpables” y conmovedores a través de las pantallas y las videollamadas. Cantar a kilómetros ese cumpleaños feliz a un ser querido entre sonrisas y lágrimas.

España. Esta nación que ha olvidado si derechas o izquierdas; ricos o pobres, para dejarse envolver en un “Resistiré” cantado a pleno pulmón. Porque resistiremos y saldremos adelante. Y cuando miremos para atrás, recordaremos lo pequeños que somos y lo importante que es entender el verdadero sentido de la vida.

Los españoles de a pie estamos demostrando una empatía y solidaridad admirables. España, querida y cuidada por todos sus ciudadanos. Denostada y ninguneada por algunos irresponsables, que andan ensimismados con sus ínfulas y cubiertos por un halo de mentiras y egolatría.

España, mi país y su maravillosa, generosa y estupenda gente. Esta unidad manifiesta que emociona y que tanto se anhelaba. Podría perdurar en el tiempo… A fin de cuentas se está demostrando aquello de “la unión hace la fuerza”. Un país que siempre ha sabido levantarse de sus caídas y reponerse cuando se ha mantenido junto. España. Mi patria.

La Fuerza de la Unión